Mi Gran Premio Canal de Castilla. 18 julio 2015

Cuando uno se pone a pensar, a principios de temporada, cuales van a ser los objetivos – retos a cumplir durante ese año, los nombres que me vienen a la cabeza son más o menos los mismos. Quebrantahuesos en primer lugar, la Perico después, el Soplao, la marcha btt de Ribera del Fresno… etc.

Hace unos años, cuando le dije a mi amigo Roberto (Mosque) que iba a ir a hacer la Quebrantahuesos, él me decía que había otro buen reto y que estaba estaba en hacer otra prueba de mediados de julio, el Gran Premio Canal de Castilla, por entonces realizando sus primeras ediciones.

Y bien, después de pensármelo (no mucho, la verdad) y de reunir la información sobre las características de la prueba (recorrido, inscripciones, material para realizarla) el pasado viernes 17 de julio nos plantamos en Cáceres mis compañeros Juan y Loren para realizar el viaje hasta Medina de Rioseco, lugar de celebración de la marcha.

Tras muchos muchos problemas con el coche, llegamos bien tarde, ya pasada la hora de recogida de dorsales, pero a tiempo para entrar en el hotel y tomar algo de cena. También para hablar con algún que otro participante que veíamos por las calles de la bonita localidad vallisoletana. Y ese es otro detalle, habrá que volver a Medina a verla con tranquilidad, porque este finde ha sido materialmente imposible, por los problemas del coche y por las prisas propias de la competición, del GPCC y del otro reto del domingo, aunque de eso hablaré más adelante.

Amanece el domingo y, después de ir a recoger las bolsas de corredor, volvemos al hotel a desayunar sin las prisas habituales ya que todo estaba muy cerquita y la marcha comienza con un buen tramo de ruta neutralizada. Tanto como 46 kms, que dieron de sí lo suyo para charlar con otros participantes, calentar bien, ver el material con el que iban otros, ver el paisaje de la meseta castellana… y también algún que otro apretón al subir repechos.

Km 46, primer sellado de pasaporte y a toda carrera a pillar el grupo cabecero, donde ya estaba Loren y al que, poco después, se unió Juan. Nada más sellar se pasaba un camino de gravilla, de poco menos de un kilómetro, pero que ya servía para hacernos a la idea de que aquello no iba a ser fácil. Terreno deslizante en el que no se podía descuidar uno, porque resbalaría nuestras finas ruedas de 25 milímetros (frente a las 20 o 23 habituales, aún más finas).

Salimos del camino, entro en el grupito, donde tira Loren (me espera al verme llegar), me indica que aguante atrás para recuperar, antes de dar relevos, momento en el que llegan otros 4-5 corredores y seguimos la ruta a muy buen ritmo. No creemos que venga nadie detrás, pero aún así, la velocidad es alta.

En estas llegamos a la primera sirga, camino paralelo al Canal de Castilla. Otro camino de tierra y piedras pequeñas, totalmente llano. Lo tomamos a 40 por hora. Una locura. Piedras saltando por todos lados, cambios en la trazada para evitar algún problema, como las ramas bajas de los árboles o alguna piedra más grande… Noto un pequeño golpe en la rueda, pero no le doy importancia, después de hacer el tipico gesto para comprobar si voy pinchado (saltitos en el sillín). Como no noto nada, me vuelvo a centrar en la carrera, que esta sirga tenía nada menos de casi 6 kms.

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Salimos a la carretera, vemos los que estamos y seguimos con los relevos, ahora con un poco más de dudas por algún ciclista descolgado y el fuerte viento de cara, así que intentamos que no se pare el ritmo, proponiendo hacer relevos que no nos desgasten a unos sí y otros no.

Pasamos por la localidad de Cubillas de Santa Marta y ahí comienza mi calvario. Noto que la rueda de atrás está floja. He pinchado, en el km 68 aproximadamente. Corono un repecho, al pasar el pueblo, con ellos y me aparto para cambiar la cámara lo más rápido posible. Lo más rápido pero sin dejar de ver cómo se marcha el grupo y cómo van pasando otros…

Cambio cámara (lleva 2 de repuesto), monto la rueda y me incorporo a la ruta. Bajamos el repecho de antes, paso por Quintanilla de Trigueros y, en un tramo de camino de tierra, nuevo pinchazo. Adios a intentar hacer un buen papel en el GPCC. Además, aquí se complica todo un poco más, porque si esto ha pasado, es porque mi bomba de inflar no hace bien su trabajo y en cuanto toqué una piedra, hizo un llantazo. Una señora que me vio, empezó a sacar las bombas que tenía por casa, pero ninguna valía. Incluso me abrió una nave donde tiene un compresor de aire, pero no teníamos adaptador para la válvula…

Solo cuando otro participante se paró y me ofreció un inflador de CO2, conseguí hinchar, en un par de segundos, a la presión que necesitaba. Qué invento!. Habría perdido allí como un cuarto de hora, pero descubrí esta tecnología. Algo es algo.

Vuelvo a montar la rueda y a seguir. Al principio con mucho miedo por volver a pillar alguna piedra y que me deje fuera de la prueba (ya no llevaba más cámaras) y después con más confianza. Salimos a la carretera y ahí ya sí «arranco la moto» comenzando a pasar a otros corredores. Hasta el avituallamiento de Dueñas, donde además de recargar los botes de agua e isotónico, pido a la asistencia mecánica otra cámara para ir con más tranquilidad en el resto de la marcha.

Entramos en la sirga de Dueñas «Soto de Albúrez» camino al avituallamiento de Palencia. Intento tomar un buen ritmo, a pesar de la trampa de la exclusa, en la que me tengo que bajar porque me patina la rueda, pero que paso sin más problemas (sólo eran unos pocos metros). Sigo adelantando gente hasta que veo uno en btt (no participante de la prueba) que va delante mío. Para motivarme, intento alcanzarle, pero me fui imposible. Lo iba teniendo más cerca, incluso corrí el riesgo de volver a dar un llantazo en la zona próxima a la dársena de Palencia, pero se me fue…

En el avituallamiento, nueva toma de alimentos, nueva recarga de líquidos, y pido otra cámara (por si acaso). Sigo, entre un grupito que justo salía a la vez que lo hice yo, aunque les adelanté, poco a poco, un rato después. Seguíamos en la Sirga, ya que ésta tenía, nada menos que 14kms y medio, la más larga de la marcha. Ya estamos en el km 104.

Salida a la carretera y comienza el alto de Autilla, no demasiado exigente por sí mismo, ni largo, pero donde el aire hizo mucho daño. Yo me veía con buenas piernas, pero no quería ser el único que se desgastara y, cuando vi que me perseguía un grupo grande, como de unos 15-20 ciclistas, me dejé alcanzar. Y mi gozo en un pozo, porque al alcanzarme, el ritmo era muy flojito para lo que yo creía que podía llevar. Así que me puse a tirar. Al principio solo y luego ayudado por otros 3 compañeros de grupo.

Antes de coronar, me da por mirar hacia atrás y veo que el resto del grupo se había descolgado.
Seguimos así, a relevos, los que estábamos más fuertes, hasta llegar al camino blanco de los molinos. El aire azotaba bien y aquellos molinos, a pleno rendimiento, eran fieles testigos. Impresiona ver los aerogeneradores desde la carretera, pues mucho mucho más viéndolos pasando entre ellos a pocos centímetros.

Coronamos un duro repecho, y ahí ya solo vamos dos del cuarteto inicial, pero no subimos la velocidad, a la espera de que entren los otros dos, sobre todo porque uno era compañero de ruta del que venía conmigo, aunque de todas maneras, me dice que tire, que pronto está el avituallamiento de Ampudia y allí nos reagruparemos.

Paro, no sin antes «saludar y agradecer» al público que nos animaba, recargo alimentos y líquidos y al retomar la marcha sucede uno de los momentos por los que no se debe pasar en una carrera, me equivoco de recorrido. Bueno, yo y otros muchos más, que estaban parados en medio de la carretera sin saber por donde tirar. Finalmente optamos por lo más fácil, seguir por la carretera hasta Montealegre de Campos, y de ahí hasta Meneses de Campos, donde llegaría la ruta oficial.

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Iríamos un buen grupito, unos 10 o así, aunque sólo tirábamos dos o tres. Entramos en Meneses ante la incredulidad de los voluntarios de Protección Civil, que sabían que por ahí no deberíamos llegar y al empezar a callejear, mi compañero de relevos ve que está pinchado. Cambio de cámara, inflar y a continuar. Entramos en la carretera blanca de Meneses de Campos (7,5kms) y eso era «destroyer», dos carriles a los lados, de tierra y una parte central de piedras grandes, con picos, por los que era imposible pasar con nuestras «ruedas finas». Y con esas, mi compañero vuelve a pinchar. Mientras está arreglando, ve que otro que también había parado, también había pinchado. Están los dos arreglando sus ruedas, cuando ven que yo también tenía la rueda de atrás deshinchada. Tercer pinchazo.

Chuleta con los puntos Calientes del GPCC
Chuleta con los puntos Calientes del GPCC

Le di una cámara a uno de ellos, la otra la tuve que usar yo para arreglar mi «problema mecánico». Reparo y éstos me dicen que siga para adelante, poco a poco que luego me alcanzan. Termina la zona de piedras, pero sigue siendo camino, de arena fina y, al tomar una curva, se me va la bici y me caigo. Me caigo sobre el lado derecho y al hoyo de la cuneta. Realmente pensaba que me había hecho mucho daño, porque tres semanas atrás me había caído en una ruta btt haciéndome un esguince en la muñeca.

Por suerte no fue nada y pude seguir sin mayores problemas. Pero después de 3 pinchazos (propios), una caída y tantos problemas, ya sólo quería acabar.

Emprendo la ruta de nuevo. Después de salir del camino, entrada directa, sin transición de por medio, a la Sirga final, rumbo a la Dársena de Medina.
Si en las anteriores sirgas tenía algo de motivación, la monotonía de este recorrido, ir prácticamente solo y a un ritmo bajo para no poner al límite el neumático (y guardar fuerzas para la carrera del día siguiente), se me hicieron eternos los últimos 10-12 kms.

Solo ya al final, que me alcanzó el grupito del chaval que pinchó en Meneses (un exprofesional del equipo Burgos) me hizo aumentar la velocidad un poquito y terminar «dignamente» mi verdadero «infierno del norte».

Ahora mismo, poco después de terminar, no puedo decir si volveré a hacer el GPCC. Lo que tengo claro es que tendré que cambiar algunos detalles, como presión inicial de las ruedas (Loren no pinchó, poniendole la máxima posible). Por cierto, gran carrera la suya, terminando 3º en el sprint que decidió al «vencedor» final. Grande también Juan, siendo 6º y pinchando en la parte final.

Sobre la organización, creo que es necesario más apoyo técnico en las zonas problemáticas de la ruta. La gente no pincha en los avituallamientos. Los problemas vienen en los caminos, en las piedras… y allí no había nadie. El tema de la señalización también es importante. Fuimos muchos los que no hicimos el recorrido oficial por problemas con las señales. Por lo demás, todo muy bien, voluntarios en casi la totalidad del recorrido y avituallamientos muy completos. Muy de agradecer.

Por lo demás, una prueba con mucho encanto, por unos recorridos realmente espectaculares, no demasiado exigente físicamente, aunque como sabemos, es la velocidad la que castiga. Me hubiera gustado quedarme el domingo y disfrutar de la Marcha Retro, pero en Hurdes me esperaba un nuevo Reto.

Y para finalizar, dedicarle, como ya le he dicho a él, el ser un GPCC Finisher, a Roberto, del que espero su pronta recuperación y que, si vuelvo a Medina, sea con él.
Ánimo Mosque.