Mi Titán de los Ríos

A mediados de octubre fuimos un día a ver a Adrián, el hijo de Ángel, mi entrenador (y Almudena, su chica). Allí me comentó, un poco por encima, el proyecto Titán Xtrem Tour (por entonces Titán Series) y como me gustó mucho la idea y tenía ganas de cambiar de aires y entorno deportivo, pues allí que me metí.

Tras los primeros encuentros, concentración en Alía, donde conocí a los nuevos compañeros de equipo: César, Macías, Denche, Pachío, Sergio, Dominique, Gonzalo, Miguel, Nando y primer repaso al calendario de 2015, con el primer objetivo deportivo del año, Miajadas, 22 de febrero. Este pasado domingo.

Después de unos duros entrenamientos, en bici de montaña, algo en lo que soy un absoluto novato, después de cambiar de bici 3 veces en dos años (Ghost, Scott y ahora Orbea), después de repasar el rutómetro (track), después de reconocer algunos tramos del recorrido los días antes, me presenté en Miajadas a las 7.15 de la mañana para comenzar la Titán de los Ríos.

La salida, tranquila, como es de esperar para una carrera de más de 7 horas de duración (en mi caso), aunque en los puestos delanteros para ahorrarme problemas de enganchones y el «efecto acordeón». Enganchones de los que no me libré porque apenas llevaba 10 minutos recorridos, hice el afilador con el que iba delante mío y casi voy al suelo. Yo no, pero los que iban detrás mía sí que cayó alguno… Eso me hizo perder muchos puestos y hacerme a la idea de que debía ir con más calma, lo que, a su vez, me hizo perder muchas más posiciones. Iban a ser 135 kms de una especialidad que no es la mía, en el mes de febrero, daba igual llegar el 50 que el 80. El asunto aquí era llegar.

Así que los primeros tramos técnicos, muy peligrosos con muchas piedras grandes, los hice a mi ritmo, sin forzar y sin arriesgar intentando subir por piedras que sé que no podría. Si me tenía que bajar, bajaba, aunque ahora las supero mucho mejor que hace unos pocos años, que todo hay que decirlo. En esta parte vi muchas averías mecánicas. Fernando Torres pidiendo un cierre de 11 (?). Miguel, de mi equipo, con la rueda de atrás floja, uno de Jaraíz que partió la corona (piñones) de arriba…

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A esto que llegamos a la zona del «reventón», una pared cementada para llegar a Valdemorales, kilómetro 25 o así. También tenía en mente no forzar con los cambios, si era muy fuerte la subida, poner plato pequeño y piñones grandes, mejor reservar piernas que reservar desarrollos. En esto que miro para atrás ( o para abajo) y veo a Richar muy cerca. Después de los últimos entrenamientos en los que hemos coincidido, sé que aún no está en su mejor momento, así que pienso que «o que bien va» o «qué mal voy yo», pero mejor no pensar demasiado y seguir tirando. Él lleva una bici de doble suspensión y también habría pasado mucho mejor yo las zonas de piedras.

Al pasar Valdemorales me pilla y me hace la pregunta «Enrique, te pasa algo, vas bien?». Le digo que no, que voy regulando y así es, empezamos los llanos por la zona de la Finca de la Pizarra y ahí empiezo a meter marcheta, junto a los compañeros del Club de Jaraíz, uno con la corona grande partida y el otro, Rodrigo, que sé que podía ir mejor que yo. Ahí ya perdimos a Richar. En el grupo que nos quedamos, los dos de Jaraíz, 4 de un equipo de Montijo, otro de Pelín (con zapatillas) y yo. Hasta el empedrado, la calzada medieval de subida a Montánchez, donde se rompió todo. Lo conozco bien, porque lo he entrenado y sé que no me iba a costar demasiado. Subo tranquilo, pero ya forzando un poco. Al llegar a la Fontanita (Albergue y centro de Adenex) está Almudena y Pedro, su padre, que me animan (Gracias!) también el Dron grabando la escena…. Y con esas, entrada en el pueblo.

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Paso por los castañares (sin haber parado en el avituallamiento de la Plaza), segundo punto de control, paso por la plaza de toros, rotonda, canapé de Montánchez y bajada por la zona de «Valhondo». Allí ya iba prácticamente solo, salvo por dos chicos del GR100, que se iban esperando. Finalmente quedaron como 3ª pareja.

Subida por la carretera del «Robledo», sendero hasta el cruce de la Quebrada y subida a las Antenas, donde pasó una de las cosas más peligrosas de las que vi en la carrera. Al salir del caminillo al tramo asfaltado, había otro dron grabando la carrera y había como 7-8 personas para controlar el tráfico. Pues bien, al salir yo al camino, todo el mundo mirando el dichoso dron y justo pasó un coche que casi me lleva por delante. Le esquivé por muy poco.

Llego a la Fuente Ibáñez, la que estaba en obras, bajada rápida por la Quebrada, donde aproveché para comer bien y beber, salida al camino de la Finca Hinojal y Morrón, cuando me pilla un grupito, el de la gente de Montijo que sí había parado antes. Cruce a derecha para los senderos y caminos del Morrón, cuando siento que me da un fuerte pichazo (calambre) en el biceps femoral derecho… («Y me queda más de la mitad!!!»).

Tengo que parar. Estiro, las dos piernas, como algo, me termino de quitar la ropa de abrigo que llevaba y sigo, tranquilo, a mi ritmo, a ver si se calma el dolor. Pillo a la pareja del GR100 que estaba con los de Montijo y voy con ellos hasta la subida a la Bola (también pillamos a los de Jaraíz y al grupo grande), no sin antes pasar por el avituallamiento del cruce de Zarza, donde vi que estaba César, retirado por avería. Le doy el Garmin Dakota, que me había dejado Dominique, ya que no me iba a hacer falta en lo que quedaba de carrera.

En la subida a la Bola, tranquilo, también sin forzar, porque la primera parte era muy técnica, en la carretera bien, un tramo muy corto y que los carreteros conocemos muy bien, pero al salir, bajada muy pedregosa y, tras un giro, un charco de fango negro y hediondo que no sabía bien cómo «meterle mano». La bici no pasó, así que tuve que sacar un pie al borde del charco, sin hundirme mucho y pude pasarlo, aunque pringándome un poco. Ya me lo dijeron en el avituallamiento de Robledillo, donde estaba Gustavo Pelín «Cómo huele la bici» Y tanto. La limpio un poco, pillo algo de comer, engrasado y palante.

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Totalmente solo por los campos hasta Ibahernando. Zonas muy bonitas, donde se iba rápido gracias a que era muy llano, salvo alguna bajada muy peligrosa y, sobre todo, el fuerte viento a favor. Ya ni acordarme de los calambres.

Al llegar al avituallamiento de Puerto de Santa Cruz, veo a los jaraiceños parados, esperando al resto de su equipo, también otro chico, de rojo, con la bici en el soporte de Raúl Bikes, haciendo alguna reparación. Engraso un poco, pillo algo de comida, bebo algo, y a terminar. Pensaba que me quedarían unos 15-20 kms, pero eso se me fue de la idea cuando mucho más adelante, veo pintado en el suelo, creo «17kms META». Ufss, este reto va a costar un poquito más.

Me alcanza un ciclista de la Grupeta 9.30 (creo). Me alcanza otro, el de rojo que tenía la bici arreglando, y ya voy a mi paso, aprovechando el aire a favor.

Pasando Villamesías me alcanzan los dos del GR100, pero uno de ellos se ve que tenía bastantes problemas físicos y mecánicos y se iba quedando, pero el impulso de ir los 3, me hizo llegar hasta el ciclista de rojo. Cuando quedan poco más de 1km, los del GR100 se paran y decido tirar a tope hasta meta, dejando al de rojo y con una sensación de ir muy fuerte, incluso me quedaban fuerzas para esprintar en la llegada.

Quería llegar solo y bueno, dedicar este reto superado a Agustín, del que espero que ser recupere lo antes posible.

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En la entrega de trofeos, muy contento por el podium (2º puesto) de mis compañeros por equipos, aunque nos hubiera gustado ganar, esto no ha hecho más que empezar y la general del Titán Xtrem Tour está aún accesible.

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La próxima carrera, este día 1 de marzo, en casa, en Ribera del Fresno.