Sentirse ciclista, en 25 momentos (o más)

Esta mañana han compartido mis amigos y compañeros bicicleteros @andiru y @jesule, una entrada del blog «Todo sobre mountain bike» en el que muestran los 25 puntos o momentos «mágicos» con los que nos sentimos ciclistas. Estoy muy de acuerdo con ellos y, obviamente, con el artículo, pero voy a intentar explicarlos, a mi manera (my way) y a ver si puedo añadir alguno más:

  1. Cuando nos damos cuenta que el camino no está en el monte, sino que el monte es el camino. Yo soy más de bicicleta de carretera, y en montaña no he tenido esa sensación, aunque el pasado domingo, que salí a mi aire con la mtb, estuve tentando de subir un monte sin camino ni nada… al final me volví a casa.
  2. Cuando tenemos un cajón en nuestro armario dedicado exclusivamente a guardar nuestro equipamiento ciclista. Un cajón no, un mueble y parte de otro enteros! medio salón… sigo?
  3. Cuando pasamos la noche sin dormir después de afeitarnos las piernas por primera vez, debido al escozor de la piel rozando con las sábanas. Bueno, esta yo no lo puedo decir así ya que yo me depilo, no me afeito las piernas, y lo hago desde hace mucho tiempo, cuando hacía atletismo, pero sí, en alguna ropa se pilla. Lo peor, el pelo que le cuesta salir a la superficie…
  4. Cuando la frase «Gracias por la ruta» se transforma en algo cotidiano de nuestro vocabulario. Yo la cambiaría por un «qué buen rato hemos echao», aunque también he escuchado eso de gracias por la ruta. La última vez, el sábado pasado que estuve con amigos en Sierra de Gata. Una pena lo de Cárlos Dávila, que espero que se recupere pronto.
  5. Cuando vemos a alguien con un bronceado de ciclista (brazos y piernas) y le dedicamos un pequeño gesto de reconocimiento. Esto me recuerda la presentación del curso de entrenador de ciclismo, concretamente el bloque común, cuando el profe de Anatomía y Fisiología y compañero de grupeta, Willy Olcina nos dijo «veo bronceados ciclistas»
  6. Cuando descubrimos que una lata de Coca-Cola es capaz de resucitar a los muertos. Y también una fuente de agua en medio del puerto. Alguien estuvo y-o recuerda la Perico de 2009? Coronar el último puerto, a 40º y no haber avituallamiento hasta 15 km después de terminar la bajada. En la grupeta íbamos repartiéndonos  medio bote de agua entre los 10-12 que estábamos…
  7. Cuando iniciamos y terminamos la misma ruta en bicicleta bajo una lluvia torrencial. Yo soy más de rodillo si veo que llueve, aunque alguna vez he terminado una ruta lloviendo a chuzos, como en la Vuelta Master a Madrid de 2010… o hace dos domingos, en el parque del Príncipe, que amenazaba lluvia, estuvo mucho tiempo que si sí, que si no, y al final nos cayó la grande, a @jesule y a mí.
  8. Cuando estamos en una tienda de bicicletas mucho tiempo y nadie espera que compremos algo. De eso sabrá mucho Pedro, de las horas que echamos muchos en el taller de Ciclos Rueda.
  9. Cuando el cuentakilómetros de la bicicleta registra cifras de tres dígitos en una misma ruta. Al ir con bici de carretera, muchas veces he pasado de los 100. Mis primeros >100km fue en la marcha cicloturista de Villafranca de los Barros (2007, creo), que fueron 107, y mi record, en mi primera Quebrantahuesos, que fueron 205km (la segunda QH fue por otro recorrido, nos desviaron en un cruce y salieron 1 o 2 km menos)
  10. Cuando montamos en bicicleta por quinto día consecutivo y el culo no nos duele. Creo que nunca he montado 5 días seguidos, pero más que dolor de culo diría furúnculos… Labocane, mano de santo
  11. Cuando dejamos de rodar al lado o detrás del grupo de ciclistas y rodamos justo en el interior, sin sentir claustrofobia. Como preparación para las marchas multitudinarias (Perico y Ribagorza, 2000 participantes; QH 8000), suelo meterme en marchas organizadas más pequeñas, como las de la Challenge de Extremadura, que suele haber entre 50 y 100 participantes. Y también para las carreras, aunque ahí suelo quedarme a cola de pelotón, a aprovechar el esfuerzo de los equipos de los favoritos.
  12. Cuando somos capaces de lanzar un verdadero cohete de mocos por nuestra nariz con total precisión y sin disminuir el ritmo de la bicicleta. Mira, esto yo no lo he conseguido nunca. He ensayado, pero como no me sale, tampoco me arriesgo a ponerme perdido
  13. Cuando nos damos cuenta de que alguien más también lleva grasa de la cadena sobre la pantorrilla derecha. El tatuaje lo llamo yo, con la forma del plato, bien marcada
  14. Cuando nos quedamos enganchados en los pedales y sufrimos una caída tonta en cualquier parada. La primera vez que salí en Cáceres, en la grupeta con los pedales, íbamos calentando un poco y al llegar a un semáforo, iba con dos personas más, yo a la derecha, al poner pie a tierra, mi pie no quiso salir del pedal y en plan fichas de dominó, justo delante de toda la grupeta. Unas risas…
  15. Cuando rodamos por una ciudad congestionada y nos sentimos felices de saber que somos los únicos que nos estamos moviendo. Desde esta semana estoy trabajando fuera de Cáceres, pero desde el verano pasado hasta este momento, siempre que he podido, he ido a trabajar en bici… qué placer adelantar coches…
  16. Cuando nuestro jefe/a nos pregunta acerca de lo que está ocurriendo en el Tour de Francia. Jefes, usuarios, compañeros y Tour de Francia, Affair Contador, la vuelta de Valverde…
  17. Cuando reparamos nuestra vieja bicicleta para ayudar a alguien a iniciarse en el ciclismo. A mí no se me da muy bien arreglar bicis, pero sí que preparé un poco la bici vieja que tenía en el pueblo para que la pudiera usar mi hermaniya, pero vamos, que fue hinchar ruedas, apretar frenos… poca cosa
  18. Cuando cambiamos nuestro primer juego de neumáticos desgastados en la bicicleta. Qué duro está! y cuando elijo mal el modelo, en lugar de los 700×23 compro el 700×20, que es más fino y cuesta horrores ponerlo!
  19. Cuando encontramos a un ciclista con problemas y le damos nuestra única cámara de repuesto para las ruedas. Este gesto de solidaridad es, para mí, uno de los más importantes. Muchas veces me ha pasado, en ambas direcciones (dar una cámara y que me la presten) y hace que nos sintamos en un verdadero grupo.
  20. Cuando conseguimos perdernos realmente por el monte a lomos de nuestra bicicleta, deliberadamente. Esto, al ir habitualmente en carretera, no me ha pasado, aunque al principio sí que me pasaba, al no conocer las rutas cercanas a Cáceres, aunque siempre salía a alguna que me hacía ver que estaba demasiado cerca para lo que quería hacer. Pocas veces «se me ha ido de las manos»
  21. Cuando arrugamos por primera vez el número de nuestro dorsal al final de una competición. Yo lo arrugo, si puedo, antes de correr, que si no, está muy rígido y molesta. Yo los dorsales los suelo guardar, si no están muy deteriorados (sudor, agua que me eche por encima, lluvia…)
  22. Cuando admiramos por primera vez un amanecer sobre el sillín de nuestra bicicleta. El otro día, yendo al trabajo, en bici, claro, mientras amanecía, entre la niebla, la silueta de los edificios y el sol saliendo, se podía ver un espectacular arcoiris... y sin salir de la ciudad
  23. Cuando estamos en mitad de una subida brutal y nos damos cuenta de que ese camino no es correcto y, sin embargo, continuamos el ascenso. «Ya daremos luego la vuelta e iremos por donde es, pero este ratito no nos lo quita nadie»
  24. Cuando compramos la primera bicicleta «seria» a nuestro hijo/a y vemos el brillo de felicidad en sus ojos. Ejem… Yo tengo mi experiencia y mi miedo a romperla en alguna caída, golpe tonto…
  25. Cuando sospechamos que esa bicicleta de al lado es robada y, sinceramente, nos duele de verdad. Lo que he hablado con @jesule que veo a cierto personaje cacereño, que suele ir en bici, con una en cada ocasión. O cuando veo bicis en internet baratísimas y se ve «a la legua» que de algún sitio raro tienen que venir.

Yo añadiría una más:

26. Cuando coronas el Portalet en la Quebrantahuesos: No eres un profesional, te planteas la marcha como un reto personal, terminarla, y crees que llegar, de vuelta, a Sabiñánigo es tu meta, pero al llegar a los últimos km de ascensión del Portalet, pasa esto: