Conversación entre dos violinistas españoles


Oiga…. ¿usted de dónde es?…

¡Coño!… ¡pues, hostias, acaso no se me nota! ¡De Bilbao, joder! ¿De dónde si no?

Perdóneme usted. Pero, ¡qué casualidad!… Yo soy de Santander… – ¡Hostias, los dos del norte!… ¿Y usted a qué se dedica?

¿Yo? Soy violinista.

¡Me cago en la puta madre!… ¡Qué puñetera casualidad, yo también!

No puede ser… ¿también violinista? … Pues yo toco el violín de cojones, se lo advierto… Como violinista, ¡yo soy el mejor de España!

¿El mejor de España?… ¡Vamos, hombre, yo soy el mejor de Europa!

Mire si yo toco bien, que cuando lo hago en la iglesia de Santander, la Virgen de Madera llora!

Pues pa’ violinista de cojones yo, que el otro día toqué el violín en la catedral de Bilbao, y de lo bien que lo hice, bajó Jesucristo de la cruz, me dio un abrazo y me dijo: «Esto sí que es tocar y no lo que hace el hijo de puta de Santander que hace llorar a mi madre…»

Este chiste me acaba de llegar por correo electrónico de parte de Fabiola, a la que tendré que hacer una sección fija en el blog, porque muchas veces me manda cosas muy chulas.