La historia de la galga

Acabo de leer la historia de mi prima Loli sobre una galga que yo mismo he visto algunas veces por mi pueblo. Me ha parecido, más que emotiva, indignante. Leed:

NUESTRA AMIGA “LA GALGA”

He decidido escribir estas líneas para hablaros de una perra muy especial, “La Galga”. Ni siquiera le pusimos nombre porque todos la conocíamos así y llamarla de otra manera hubiera sido no referirse a ella. Apareció sin darnos cuenta y poco a poco nos fuimos encariñando y preocupándonos por ella, esa mirada, esos ojos que se clavaban en los tuyos como si te quisieran decir algo. La empezamos a cuidar, a darle de comer y beber, cada cual cuando podía, siempre en la distancia pues desconfiaba demasiado de nosotros, los humanos. Y que razón tenía para hacerlo. Lo que ella no sabía es que todos no somos iguales, y que había gente que sí la quería ayudar, desinteresadamente. De repente estuvimos 4 ó 5 días sin verla y al cabo de ese tiempo apareció con la patita rota, sin apoyarla.

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Pero ella seguía sin dejarse ayudar. No permitía que nos acercásemos a ella más de un metro. Al poco tiempo nos dimos cuenta que también iba a traer cachorros. Todo estaba preparado, casa de acogida en Mérida, operación pagada y Carmina (de Sevilla) se la llevaría a su casa cuando estuviera recuperada. Pero por más que lo intentamos no hubo manera. Pasaron algunas semanas y de nuevo volvió a desaparecer unos días y cuando regresó ya había tenido a sus cachorros. Aquí nieva poco pero esa semana nevó y ninguno de sus cachorros logró sobrevivir. Pasaron los meses y nos dimos cuenta que ella era feliz así. En Su Paseo del Cristo. Nosotros mientras, seguíamos dándole de comer, pero también había gente que se molestaba, que no le agradaba su presencia. En octubre intentamos dormirla para proporcionarle un hogar de acogida, incluso Domi le tenía un regalo en forma de collar típico de su raza que nunca llegó a estrenar. Pero otra vez más, ella se salió con la suya y desapareció a su “guarida secreta”. De nuevo lo dejamos de intentar, pero ahora sabiendo todo, nos arrepentimos de no haberlo hecho más veces, a nuestra manera, que es como hay que hacerlo. Las cosas se deben hacer mucho mejor, el sufrimiento debe evitarse todo lo posible, pero ahora, por desgracia, ya es tarde. Y llegaron ellos (la temida perrera), esos a los que los amantes de los animales odiamos, se nos adelantaron con sus métodos, de los cuales nosotros, por suerte o no, en este caso, no dispusimos. Le dispararon una vez, ella huyó. Le persiguieron y le volvieron a dar con un segundo dardo. Esta vez sí lograron capturarla, y pese a las peticiones de los que estaban allí para hacerse cargo de ella y cuidarla, se negaron. Su contestación, fue: “no pasa nada”, proporcionaron un teléfono y una dirección para ir a por ella. Estaba todo arreglado. Esa misma tarde lo dispusimos todo. Iríamos a por ella a la mañana siguiente para evitarle el sufrimiento de permanecer en unas instalaciones, que tienen vertidas sobre sí, la sospecha de no ser las apropiadas para que vivan seres vivos en las mismas. Yo la tendría temporalmente mientras se buscaba alguien que la pudiera cuidar ya para siempre. Al día siguiente fuimos a por ella a la perrera-matadero (aunque suene duro) y por el camino averiguamos que La Galga se desangró en el camino el día anterior y murió en una hora. (¿Cómo es posible que con el uso de dos dardos anestésico cuya aguja tiene 1,5 mm de diámetro, manipulado por dos “profesionales “y supervisados por un equipo veterinario, un animal de 30 kg llegase desangrado y, aún más, eviscerado a ese centro?). Explicación nada convincente pero la única que nos dieron aquellos que solo miran a los animales como simples trozos de carne. Estábamos consternados e indignados ante el final de nuestra Amiga. Ese final que nunca habíamos deseado para ella y que ni en nuestros peores sueños podríamos ni siquiera imaginar. Por ella se presentó, por la tarde, la pertinente denuncia, que seguramente quedará en el olvido, pero que ojalá algún día sirva para algo. Ahora después de la rabia, sólo nos queda a los que la quisimos, un sentimiento de culpa por no haberla podido salvar y dar las gracias a todos los que hicisteis algo por ella: a Domi, Esther, Yolanda , Mari, Rosa el municipal, Pili, Luli, Filo (P.Prior), María José (Almendralejo), Rocío (Villafranca), Carmina (Sevilla) y otros muchos que seguro ignoro , y que como verdaderos seres civilizados intentan hacer, que en este mundo inhumano, los animales tengan un lugar digno de convivencia. Ribera del Fresno, Diciembre 2013 L.B.S.

Seguramente hayan ahorrado algunos euros en medicina, tratamiento, comida… pero lo que han hecho es, si no denunciable, sí deleznable. ¿Para cuando una protectora en lugar de una perrera?